Estamos viviendo en un contexto de marcada crisis económica del que, podemos salir con una derrota de lo colectivo frente al individualismo, reflejo social que puede también darse entre el colectivo de trabajadores/as y que puede tener consecuencias graves en el fomento de la convivencia entre trabajadores/as nacionales y extranjeros/as.
Este apartado está por tanto justificado en base al reflejo social expuesto en el párrafo anterior. Sobre esta premisa articulamos la elaboración del apartado de migraciones de la página enfocado en el contexto global que denunciamos por cómo nos afecta como trabajadores y trabajadoras.
Dotaremos de contendido a este apartado mediante noticias, campañas o denuncias de la situación de la población migrante en el mundo, haciendo especial hincapié en su condición de trabajadores y trabajadoras.
Los trabajadores y trabajadoras migrantes figuran entre los grupos más perjudicados por las recesiones económicas, en parte porque, a menudo, se encuentran empleados en sectores como la construcción o el turismo, que son los que tienden a resultar afectados en primer lugar.
Son objeto además de una mayor discriminación en períodos de dificultad y, aunque escasean los datos al respecto, la crisis actual no parece constituir una excepción. "En épocas de inseguridad económica, los migrantes siempre parecen figurar entre los primeros en ser acusados, y esta crisis no es diferente", señala Patrick Taran, Especialista Senior del Programa de Migraciones Internacionales de la OIT.
Puede que los datos no abunden, pero incidentes graves no faltan precisamente. Entre los ejemplos más destacados figuran los ataques cometidos contra trabajadores migrantes en Sudáfrica en 2008, en los que 60 migrantes extranjeros fueron asesinados, y en torno a 10.000 quedaron sin hogar y, por otro lado los ataques dirigidos contra trabajadores migrantes en Rosarno, Italia, en los que dos días de disturbios dejaron 53 lesionados en dicho colectivo, y acabaron con 1.000 migrantes enviados a centros de deportación.
Todo ello convierte la situación en un problema que debe abordarse con suma urgencia para hacer retroceder esta creciente ola de actuaciones. Taran recomienda el refuerzo en la aplicación y el cumplimiento de las leyes contra la discriminación que, en su opinión, ya son adecuadas en la mayoría de los países.
En cualquier caso, estas medidas no serán suficientes por sí solas, y Taran incide en la necesidad de adoptar un planteamiento global respecto al problema que comprenda una mejora de las condiciones de trabajo, no sólo de los trabajadores migrantes, sino también de la mano de obra nacional vulnerable en los países en que se emplea a los las personas migrantes.
Una de las acusaciones más frecuentes que se dirige contra los trabajadores y trabajadoras migrantes es la de que aceptan empleos a cambio de salarios inferiores, y dan lugar a la desintegración de las prestaciones y de las condiciones laborales en el país de acogida. De nuevo en este caso, la falta de datos contrastados al respecto dificulta la argumentación de esta cuestión con claridad, aún así esta premisa cuenta con respaldo.
Para Claire Courteille, directora del Departamento de Igualdad de la Confederación Sindical Internacional (CSI), para afrontar problemas que se pueden generar por la inmigración en relación al dumping salarial nos deberíamos centrar en el modo en que los empleadores tratan a los trabajadores migrantes. "Nuestra postura es que si alguien trabaja aquí, debe tener derecho a todas las prestaciones de la seguridad social, a la misma normativa en materia de salud y seguridad, a los mismos salarios, y a que se le reconozca su derecho a sindicarse. El principio de igualdad de trato a los trabajadores migrantes debe constituir la piedra angular de toda política de migración", afirma Courteille.
Courteille destaca además que una ventaja adicional de la política basada en la igualdad de trato será la reducción de la explotación y la trata de personas. Cree que otra forma de abordar la discriminación consiste en hacer hincapié en la contribución positiva que realizan las personas inmigrantes. "Los trabajadores migrantes aportan mucho más que una mano de obra poco cualificada", afirma. "Constituyen además una fuente de impulso empresarial y cualificaciones".
La conclusión es que existen intereses en conflicto en las economías nacionales. La situación puede resumirse de la siguiente manera: unas empresas que desean o personal con cualificaciones superiores o mano de obra escasamente cualificada y a bajo precio; una población activa nacional que desea protegerse frente a la progresiva informalización del "dumping social"; y unos gobiernos que tienden a situarse entre dos orillas, acercándose a una u otra en función de su agenda política. Combatir la discriminación mediante el refuerzo de medidas de lucha contra la misma identificadas en las conferencias de las Naciones Unidas, por ejemplo, o velando por el cumplimiento de leyes ya promulgadas, sin reconocer el reto que plantea la inmigración para ciertos segmentos de las economías nacionales, facilita la labor de demagogos que se sirven de cierta sensación de agravio de la población para promover sus intereses.