Creemos que la globalización podría ser una oportunidad para el desarrollo humano. Ahora bien, una globalización bien diferente de la neoliberal, que sobre todo tenga en cuenta las necesidades humanas.
El discurso oficial señala la globalización como un proceso irreversible, sin embargo tal y como señala Rafael Sanchez Ferlosio, "tal vez lo que sospechamos en su boca no sea sino el sabor de la íntima y tenebrosa complacencia con lo fatal". El llamado pensamiento único llama a admitir este la globalización capitalista neoliberal, como irreversible, desde el sindicalismo internacional sin embargo se nos invita a identificar a los actores de la actual globalización, a conocer las consecuencias de sus políticas y en la medida en que sean dañinas para las condiciones de vida y trabajo de las personas se nos invita a combatirlas. Este es el cometido fundamental del Observatorio del Trabajo en la Globalización, "empuñar la espada de la responsabilidad de lo posible" frente a lo supuestamente irreversible, inevitable, inexorable del actual modelo económico y social. En esta tarea hay muchos colectivos, asociaciones, movimientos sociales y sindicatos; darles a conocer y presentar sus alternativas también es nuestra labor.
Rechazamos la globalización neoliberal que promueve un sistema de crecimiento económico amoral que no tiene en cuenta las necesidades humanas.
Impidiendo a muchos trabajadores y trabajadoras aportar riqueza real y bienestar material a la mayoría.
El desempleo mundial ascenderá a 215 millones de personas en 2015 – de 200 millones en 2013- debido a la recesión y al crecimiento lento en las regiones avanzadas. Las tasas de desempleo son significativamente superiores para aquellos trabajadores y trabajadoras más vulnerables como los y las jóvenes. Se calcula que en 2013 hay 73 millones de jóvenes desempleados/as (Informe de la OIT Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2013 - Una generación en peligro).
Más del 40% de los trabajadores y trabajadoras en dos terceras partes de los países emergentes y en desarrollo están empleadas en la economía informal. En el África subsahariana ese porcentaje engloba al 80%. Estos trabajadores y trabajadoras de la economía informal quedan excluidos de la protección legal, es decir, se ven completamente despojados de sus derechos fundamentales como trabajadores (Central Sindical Internacional. Países en situación de riesgo. Violaciones de los derechos sindicales 2013)
Hay más de 168 millones de niño/as trabajadores y trabajadoras en el mundo. La región de Asia y Pacífico continua registrando el mayor número de niños y niñas trabajadores (78 millones o el 9,3% de la población infantil) aunque el África Subsahariana continua siendo la región con la más alta incidencia de trabajo infantil (59 millones, más del 21%). (Organización Internacional del Trabajo (OIT) 2013: www.ilo.org)
En 4 días de transferencias bancarias internacionales por transacción de divisas se manipula más dinero que la economía mundial en un mes.
Sobre los aproximadamente 1.500 millardos de dólar que representan las transacciones financieras diarias a escala mundial solamente el 1% está dedicado a la creación de riquezas nuevas el resto es de naturaleza especulativa.
Las inversiones extranjeras, que se han multiplicado por cinco en los últimos años, son volátiles en un 85% de los casos.
Aquella que se jacta de ofertar nuevas oportunidades de empleo para más mujeres en los países del Sur pero no dice que éstas serán en condiciones de explotación: inestables, sueldos ínfimos, incontable número de horas, sin posibilidad de sindicalizarse…
Aquella que privatiza servicios públicos exigiendo un incremento del trabajo no remunerado de las mujeres para paliar sus efectos aumentando así la doble/triple jornada de éstas.
Aquella que invisibiliza el trabajo de reproducción y cuidados de las mujeres, ocultando la dependencia del sistema capitalista neoliberal de este trabajo, para así poder externalizar parte de los costes de la producción hacia la esfera doméstica.
En definitiva, rechazamos aquella globalización que se construye en base a la sobreexplotación del tiempo, el trabajo y la salud de las mujeres.
Según Naciones Unidas, un 20 por ciento de la población mundial, el equivalente a 1.320 millones de personas, concentra en sus manos el 82 por ciento de la riqueza en el mundo. Mientras, las más pobres -mil millones de personas-, sobreviven con apenas el 1,4 por ciento de la riqueza mundial. 1.215 millones de personas en el mundo sobreviven con menos de 1,25 dólares al día. En África subsahariana, casi la mitad de su población, el 48%, sobrevive con menos de 1,25$ al día (Banco Mundial 2013 http://datos.bancomundial.org).
Las fortunas personales de tres personas suman lo mismo que el PIB de los 48 países más pobres.
La producción anterior al capitalismo tenía el límite en la satisfacción de las necesidades; la producción capitalista busca producir valor de cambio, incrementar la ganancia sin límite alguno.
El mercado no es un espacio donde los individuos podemos concurrir libremente, sino que está ocupado y manipulado.
Las grandes corporaciones multinacionales controlan un 70% del comercio mundial.
Las reglas del comercio han estado marcadas por los intereses de las grandes potencias económicas que han sometido a un intercambio desigual a los productos procedentes del Sur. Se fuerza la liberalización de los mercados pobres pero se protege a los ricos, el textil o la agricultura son un ejemplo claro.
El gobierno de la economía se fundamenta en el desengaño político provocado por la continua agresión del mundo económico a la ciudadanía.
Nos encontramos en el paraíso de los accionistas. En las grandes instituciones internacionales vota quien posee es una democracia censitaria que mantiene la concentración del poder y del dinero en pocas manos.
Las multinacionales y las instituciones financieras internacionales arremeten contra las democracias nacionales / tanto fuerzan cambios sociales transcendentales para los estados al margen de los ciudadanos.
En este paraíso de los accionistas el ciudadano pierde la confianza en los espacios políticos provocando el surgimiento de actitudes neofascistas y autoritarias.
Cuando toda Europa plantea un voto social, políticas monetaristas provocan un descreimiento político de la ciudadanía que puede optar por un individualismo, egoísta, a un sálvese quien pueda; que no nos equivoquemos conviene a la hegemonización del capitalismo neoliberal.