El caso del NAFTA


En términos generales el modelo de NNUU que mencionábamos antes también viene a confirmar los resultados ‘expost’ de otras experiencias anteriores como el NAFTA (Tratado Norteamericano de Libre Comercio).

Pese a los buenos augurios ‘ex ante’ este Tratado, firmado en 1994, supuso para los EEUU la pérdida de un millón de puestos de trabajo y un descenso significativo de los salarios. En México el aumento de la productividad redujo el incremento previsto en los trabajos de manufactura, y destruyó, al mismo tiempo, un millón de puestos de trabajo en el sector agrario.

Los beneficios de este tipo de tratados no son así evidentes en relación al crecimiento real y al empleo, y ni tan siquiera garantizan un aumento de la inversión, al menos si se tiene en cuenta el balance histórico de los tratados bilaterales de inversión (TBI). Algo que sí suelen tener es un impacto positivo en los beneficios comerciales y corporativos.

En este sentido la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha publicado un informe analizando la pobreza en Latinoamérica del que nos interesa resaltar su análisis sobre México. Este país destaca en el informe por ser uno de los tres países con menor porcentaje de disminución de la pobreza. La CEPAL ha apuntado que una de las razones por las que México no ha logrado disminuir sus índices de pobreza es el corto crecimiento del salario mínimo.